(1807-1942) nació cerca de Osaka y, desde su infancia, se interesó por la poesía. En 1900 se unió al grupo poético Shinshisa, que pretendía modernizar las formas poéticas tradicionales, y comenzó a publicar sus poemas en la revista Myōjō. Akiko alcanzó la fama en 1901 con la publicación de su ópera prima Midaregami, que causó una sensación sin precedentes. En 1906, con el poemario Yume no hana confirmó que su talento no era flor de un día y que su desarrollo como poeta no tenía límites. En 1912, Akiko viajó a Francia para reunirse con su marido Yosano Tekkan, convaleciente de una depresión. La pareja pasó un año en París y recorriendo Europa. De regreso a Japón, Akiko se embarcó en el proyecto literario más ambicioso de su vida: la traducción al japonés moderno del clásico del siglo xi Genji monogatari. En 1921 Akiko fundó en Tokio la escuela femenina Bunka Gakuin, donde también enseñó, y en años posteriores se dedicó también a la crítica literaria. Yosano Akiko murió en Tokio el 29 de mayo de 1942 dejando un legado literario imperecedero de más de setenta libros. Con su visionario talento poético, esta autora genial se anticipó a la renovación poética realizada por consagrados autores occidentales como Ezra Pound, T. S. Eliot o Vicente Huidobro.
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